ADAPTARSE O … PASARLO MAL

Como reza el dicho, hay que adaptarse o morir. Bueno, quizás no morir, pero es ley natural que todo bicho viviente ha de adaptarse al entorno o lo pasará mal.
Aunque hemos tenido durante septiembre y octubre unas temperaturas muy suaves, el otoño ya está aquí.

Otoño. La palabra Otoño inspira imágenes bien dispares. Bellas estampas de la naturaleza en tonos ocre y rojizos;  mercados rebosantes de frutos de temporada llenos de antioxidantes, como la suculenta granada, de laxante pulpa como los palosantos, o por el contrario con propiedades astringentes, como el membrillo. Otoño abre la veda para los “cazadores de bolets”, y el bosque se viene a casa en cestas de mimbre,  entre resinas, pinaza y húmedo musgo.

Otoño sugiere también el atardecer de la vida, antes del recogimiento final, pero sobre todo el otoño significa “la vuelta al cole”, vuelta al trajín, a las prisas, a las responsabilidades… Saltar de un relajo absoluto de hamaca y libro, playa y mojito, noches de terraza con los amigos al hostil riiiiiing del despertador, puede suponer un shock, cuanto menos un cambio al que hay adaptarse, física y mentalmente.

Según maduramos, aprendemos y aceptamos la ley universal del cambio continuo, el ritmo de las estaciones y que tras la tormenta viene la calma y de nuevo la tormenta, pero dependiendo de cómo hayamos podido sortear esta vida tan exigente que nos ha tocado vivir, el organismo en lugar de sabio parece que se vuelve más sensible a los cambios, más vulnerable al estrés.

Si sientes que te falta entusiasmo, si la energía con que recargaste las pilas durante el estío no es suficiente para afrontar tu día a día en esta nueva estación, si te sientes abrumado ante las tareas que te esperan,  agobiado y cansado con solo pensarlo, necesitas la ayuda de un adaptógeno.

Llamamos adaptógenas a determinadas sustancias que permiten al organismo adaptarse al estrés. Normalmente los adaptógenos son plantas, algunas de ellas bien conocidas: desde el Gingseng al Eleuterococo, la Rhodiola, el Reishi y muchas más. El problema del Gingseng y en menor medida el Eleuterococo, es que a muchas personas les sienta mal, les acelera demasiado. Por eso hoy voy a presentaros a nuestra amiga la Rhodiola.

Rhodiola, adaptógeno natural: Rhodiola y cortisol
La Rhodiola reduce los niveles de cortisol (hormona del estrés) evitando que las glándulas suprarrenales donde se produce esta hormona, se agoten. El cortisol es el enemigo número uno del colágeno, es decir de nuestra piel y numerosas estructuras del cuerpo formadas por esa proteína (cabello, ligamentos). El cortisol es también responsable de que se acumule la grasa en las zonas de abdomen y caderas.

Cuando producimos mucho cortisol, al organismo le cuesta trabajo eliminarlo de la circulación y puede producir insomnio.

En resumen, los beneficios de la Rhodiola son:

  • Tonifica el sistema nervioso sin excitarlo
  • Proporciona resistencia ante la fatiga, tanto si el esfuerzo es físico como intelectual.
  • Como efecto secundario tiene …. ¡un aumento del deseo sexual!

Mi consejo es que trates de organizarte la vida de manera que resulte lo menos estresante posible, pero no siempre es fácil. A veces la ayuda de Rhodiola evita caer en un círculo de estrés, ansiedad y depresión.La dosis normal es una capsula (500mg) con el desayuno, pero las personas nerviosas o con tendencia a ser ansiosos, pueden empezar con media capsula (se abren fácilmente).

Recuerda que aunque la Rhodiola puede mejorar el ciclo del sueño, no es una planta relajante, ni sedante, así que no la tomes por la noche.